Camino con la mano metida en su bolsillo. El frío un año más nos mantiene unidos.
Recorro una larga recta solo pensando en lo precioso que es el momento.
Huele a Navidad, todo son pequeñas luces de colores y yo estoy más nerviosa que un niño pequeño antes de abrir sus regalos.
No hay música más bonita que su risa.
-¿Tomamos algo?. -¿Una cerveza, por qué no?.
Precioso y calentito lugar para sentarnos a charlar.
Admito que me perdí unos minutos mientras imaginaba que los protagonistas de las fotos de aquel bar podríamos ser nosotros.
Cómo me gusta la Navidad.