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 Me gustan los besos agresivos, las manos suaves. Las noches largas, las canciones tristes. Los días de verano, el café con hielo. Los paseos cortos y las pipas en un banco.
Me gustan las cervezas heladas, los te quieros sinceros. Las fotografías cerca del mar, el olor de la lluvia. Andar descalza y fumar.

Pero sobre todo me gusta tener las cosas claras, en mi no caben dudas.

Los finales no existen.

Siempre llevaba a mano un rotulador permanente, para cuando él decía punto y final, ella poder rápidamente dibujar esos dos puntos suspensivos que faltaban para poder continuar.

(U)

Me dijo que no me haría daño y no incumplió su palabra, me folló y cuando estuve agotada y dormida se aseguró de que no volvería a sentir nada aquella maldita noche con una dosis de morfina. Me clavó el puñal entre la tercera y cuarta vértebra.
Yo mientras soñando con él y con todas sus mentiras.
Cuando desperté por la mañana, para mi sorpresa no encontré mi habitual desayuno calentito encima de la mesilla, sino la carta más fría que jamás he leído.
<<(..) sí, te clavé un puñal por la espalda cariño, pero hice lo imposible para que no sintieras dolor>>

Desde aquel día me propuse ser la puta de la que hablan sus canciones.