viernes, 14 de marzo de 2014

Bitter.



  El síndrome de abstinencia se había hecho con ella, pobre, le temblaban las manos y caían sudores fríos por su espalda provocándole algún que otro escalofrío.
Que húmedo estaba el suelo de aquel baño público.
Se levantó y se gritó - ¡Heroína, cocaína a mi alcance y te tuve que elegir a ti! -rompió a llorar y lo último que la escucharon balbucear fue- no compra el dinero la dosis que necesito.

Se suicidó de la forma más dolorosa, recordando cada uno de los besos.

sábado, 1 de marzo de 2014

Murder.





 Ayer mismo hablé con ella y ahora está muerta- le dijo la razón al corazón. -Una muerte inminente que no pude parar -respondió.

Fue un asesinato premeditado.
Los ojos derramando ríos de lágrimas por partida doble, la ilusión ahora estaba muerta y sin posibilidad de resucitar, el asesino suelto sabiendo de antemano que nadie hará justicia.

Ni si quiera quedó el consuelo de que ahora está en un lugar mejor.